Aprender haciendo. Las personas aprenden más de un proceso de ensayo-y-error, que de los cursos tradicionales. En las simulaciones los participantes aprenden de sus errores, hacen ajustes y, sobre todo, aplican y ponen a prueba el nuevo conocimiento.

Interacción y compromiso. Los participantes analizan la nueva información que se les presenta, toman decisiones, planean estrategias, emprenden acciones y reciben retroalimentación inmediata.

Variedad de perspectivas. Los participantes pueden interactuar con otras personas con diferentes conjuntos de habilidades y amplían así sus perspectivas.

Resultados realistas. Las simulaciones se construyen sobre los mismos aspectos que son relevantes al negocio en cuestión. Con la visión panorámica que se consigue y la experiencia de tomar decisiones, los participantes están en una mejor posición para aplicar lo aprendido en el mundo real del negocio.